Antecedentes: Las fístulas
entero-, colo- o vésicovaginales son frecuentes en
la evolución del cáncer ginecológico
avanzado. Su resolución quirúrgica se puede
prestar a errores por diagnóstico topográfico
erróneo.
Objetivo: Evaluar nuestra experiencia y plantear la prevención
de errores terapéuticos.
Lugar de aplicación: Hospital Universitario.
Diseño: Observacional, retrospectivo.
Población: 15 pacientes (enero de 2002 a enero de
2005).
Método: Análisis retrospectivo de historias
clínicas.
Resultados: Edad promedio: 48,9 años. Enfermedad
primaria: carcinoma escamoso de cuello uterino: 13 (86,6%);
cistoadenocarcinoma de ovario (6,6%); carcinoma escamoso
de vagina (6,6%). Fístulas: rectovaginales: 9 (60%);
enterovaginales: 4 (26,6%); enterovesicovaginal: 1 (6,6%);
rectovesicovaginal: 1 (6,6%). Tratamiento de la fístula:
colostomía sigmoidea (9); resección y anastomosis
intestinal (3); resección de fístula enterovaginal
e ileostomía (2). La fístula rectovesicovaginal
fue tratada con operación de Moonem.
Errores terapéuticos: en 2 casos se realizó
colostomía sigmoidea con persistencia de la fístula:
una era enterovésicovaginal y la otra enterovaginal.
Una enferma repitió la fístula enterovaginal
a los 7 meses.
Conclusión: Sobre 15 casos sufrimos 3 errores de
indicación motivados por una semiología engañosa.
La sintomatología no es suficiente para asegurar
la altura de la fístula ni para excluir el compromiso
vesical; es imperativo contar siempre con un estudio exhaustivo
que incluya cistoscopia y tránsito de intestino delgado.
La posibilidad de que se produzca una segunda fístula
estimula a buscar un procedimiento que la evite, probablemente
a partir de la compartimentación abdominopelviana
mediante un diafragma adecuado (epiplón, prótesis).