A veces causan dolor de variada intensidad y hasta pueden provocar úlceras y coágulos de sangre.
Las várices no son sólo un problema estético que se evidencia con la llegada del calor. A veces, causan dolor de variada intensidad y hasta pueden provocar úlceras y coágulos de sangre. Las várices son venas inflamadas y retorcidas que se pueden observar a simple vista bajo la superficie de la piel. Suelen ser más comunes en las piernas, aunque también pueden formarse en otras partes del cuerpo, como muslos, rodillas, piernas, y a veces en los pies.
Principales factores de riesgo
- Antecedentes genéticos, propios o hereditarios, por alteración de la pared de las venas.
- Mujeres embarazadas o aquellas que ingieren anticonceptivos orales y ya tienen várices o tienen antecedentes familiares que pueden desarrollarlas o empeorarlas.
- Antecedente de haber presentado una trombosis venosa profunda.
- Permanecer de pie por períodos prolongados, o al contrario, permanecer sentado con las piernas cruzadas durante un tiempo largo sin realizar movimientos.
- Utilizar frecuentemente prendas de vestir muy ajustadas, y el uso de calzado con taco muy alto.
- Sobrepeso, sedentarismo.
Santiago de Salas, miembro de la Asociación Argentina de Cirugía y médico especialista en cirugía general, flebología y linfología (MN 98247), explica a Infobae que la sangre parte del corazón por las arterias hacia todo el organismo, pasa por los capilares donde realiza el intercambio de oxígeno y nutrientes y recibe los desechos, y vuelve por las venas y los vasos linfáticos hacia el hígado y los pulmones para realizar su limpieza y oxigenación.
Y agrega: "La pantorrilla y las válvulas que se encuentran dentro de las venas son dos elementos esenciales para asegurar un buen retorno venoso. Cuando existen lesiones en las venas o en algunos músculos, se producen trastornos venosos y aparecen las várices".
Al principio, detectarlas parece ser solo una cuestión estética. Se evidencia cuando aparecen las famosas "arañitas" y las várices, pero luego aparecen otros problemas como el edema o hinchazón, los cambios de color en la piel, eczemas que generan picazón intensa, piel dura y finalmente lesiones abiertas que son las úlceras venosas.
Cuando el paciente consulta a un profesional, por cualquiera de estos síntomas, es recomendable realizar una ecografía doppler venosa color de miembros inferiores para detectar su ubicación y grado de severidad. También existen otros estudios, que no son de rutina, y que podrán complementar el diagnóstico.
Tratamientos que existen
Los procedimientos varían según la causa de la insuficiencia venosa así como de las venas que estén comprometidas. "Se sugiere que sea realizado por un cirujano especialista en flebología o cirugía vascular para que determine cuál es el mejor método terapéutico y cuáles son las contraindicaciones. No todos los pacientes reciben el mismo tratamiento y él éxito dependerá de un acertado diagnóstico", dice Salas,, especialista en cirugía general, flebología y linfología.
A continuación, algunos de los tratamientos que ayudan a combatir y mejorar las várices:
- Uso de medias y vendas de compresión: dependiendo del nivel del reflujo, pueden ser indicadas hasta la rodilla o en toda la extremidad. Las medias ejercen presión sobre las venas superficiales enfermas disminuyendo la acumulación de sangre en las piernas. De esta manera mejora el retorno venoso, disminuye la intensidad del dolor y sobre todo previene la aparición de complicaciones como la trombosis venosa, o las úlceras, y el avance de la enfermedad.
- Escleroterapia: consiste en la inyección de un líquido llamado esclerosante en aquellas pequeñas dilataciones visibles de la piel: las "arañitas". En los últimos años ha surgido la escleroterapia con espuma, también llamada Foam, que ha posibilitado ampliar sus indicaciones hacia venas de mayor calibre e incluso venas safenas.
- Láser transdérmico: se aplica a nivel percutáneo, para várices de pequeño calibre, a través de fototermólisis selectiva. Se genera el calentamiento del vaso produciendo su oclusión. Existen distintos equipos, algunos contienen un sistema de enfriamiento que hace más tolerable el procedimiento.
- Microcirugía venosa: se define como la extracción quirúrgica de la várice severamente dilatada, a través de pequeñas incisiones en la piel. Tiene una baja tasa de complicaciones, siempre y cuando sea realizada por personal médico entrenado.
- Cirugía convencional o tradicional: se realiza una incisión en la ingle (vena safena mayor) o en el hueco poplíteo –parte de atrás de la rodilla (vena safena menor)–, en la unión con las venas profundas. Luego se busca la vena en cuestión, se realizan las ligaduras correspondientes de los afluentes y la posterior desconexión del cayado safeno. Se coloca un fleboextractor y se realiza la resección del segmento venoso afectado por arrancamiento. Se controla el posible sangrado y se cierran los distintos planos. Se completa el procedimiento con el vendaje de compresión elástica de varias capas.
- Láser o radiofrecuencia endoluminal: en los últimos años, existen tratamientos mini-invasivos que se realizan en forma ambulatoria y con anestesia local o combinada. Por ejemplo, el láser endovascular y la radiofrecuencia endovascular. Se introduce, a través de una sola punción, una fibra (láser) o un catéter (radiofrecuencia) en la vena, guiada por un eco doppler que cauteriza la zona afectada y produce su oclusión definitiva. Este procedimiento es ambulatorio o de corta estadía, y evita tanto las incisiones como el arrancamiento de la vena comprometida, dando una mejor calidad de vida en el posoperatorio.
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